miércoles, 28 de septiembre de 2011

Lista de actividades diarias o “Cómo convertir mi vida sedentaria en una carrera a contrarreloj”

-Universidad, o “Cómo enfrentarse al estereotipo de Sara Carbonero”
  • La noticia Periodística, o “Cómo ser una cerdita trufera”.
  •  Estructura y efectos informativos del sistema de medios, o “Cómo descubrir que el buscaminas es  más interesante que Horkheimer y toda su tropa de filósofos pedantes”
  • Análisis de la imagen, o “Cómo volver a dar Comunicación Audiovisual pero con otro nombre”
  • Historia de España del siglo XX, o “Cómo descubrir que hay profesores de historia que no tienen que estar leyendo continuamente el  libro de texto”.
-Autoescuela, o “Cómo aprender a conducir sin cometer homicidios involuntarios por el  camino”.

-Combifitness, o “Cómo intentar acabar con mi complejo de flácida y torpe bolita”

-Psicólogo, o “Cómo contar tu vida y mierdas a una mujer sin que parezcas una perturbada o una psicótica”.

- Dormir la siesta, o “Cómo recuperar un hábito perdido a los tres años”.

-Escribir un blog, o “Cómo intentar sacar algo productivo de mis diarreas mentales”

-Revisiones médicas semanales, o “Cómo conseguir que alguien con mi problema siga una dieta de 2500 calorías sin sufrir continuos ataques psicóticos”; Véase también “Cómo atiborrar de Prozac y vitaminas a una adolescente”.

Nah…En serio, en el fondo el señor Casas es un tío majo y le aprecio mucho. (Supongo que ahora sería el momento en el que los compañeros de Holden Caulfield empezarían a gritar “Digresión!!”, pero a mí, como a él, me encantan las digresiones. Así que les follen a todos).
Al final le he acabado cogiendo cariño, no sé si porque siempre me saluda con un beso en la mejilla, porque me llama listilla,  porque ha convertido la expresión “Espabila” en el grito de ánimo de mi familia, o porque siempre procura que me vaya de allí con algo de confianza y una sonrisa. Y aunque a veces me haya sentido interiormente furiosa con él y sus métodos, o me haya hecho llorar acojonada, he de decir que le debo, literalmente hablando, la vida.

Fin de la digresión.

-Leer buenos libros, o “Cómo intentar que lo aprendido en la ECH no se me olvide”, véase también “Cómo asumir que para escribir bien tienes que leer buenos libros, no vale la sección de Novela Juvenil Romántica de la Fnac, como hacen muchas”. 

-Salir con mis amigos, o “Cómo volver a tener vida social”; véase también “Cómo volver a convertirse  en una alcohólica juerguista”.  

-Ver todas las temporadas de Big Bang Theory, o “Cómo negarse a dejar de lado tu parte más friki”.

-Sacarme el curso de monitora, o “Cómo dejar de ser una Ni-Ni sin deprimirme en el intento”.

- Vivir la vida, o, “Cómo recuperar el tiempo perdido”.

Pues eso, poco más.

Día más bien movidito. Tengo el honor de anunciar que he pisado por primera vez la autoescuela. Ya tocaba.

Lo más destacable del día ha sido volver a encontrarme con Javier. Estaba en la tienda de su hermana, con el cigarro en la boca, como siempre, pasándose por los cojones la ley antitabaco. 
Desde luego es un tipo grandioso, una mezcla  curiosa entre Bruce Willis y el Che Guevara. De hecho, se parece físicamente a Bruce Willis. Tiene ese aire de tipo duro con gusto por el humor negro, pero con un gran corazón. Siempre me ha gustado también su completo apoyo a todo lo sobrenatural y extrasensorial; de hecho, si alguna vez creo en esas cosas estoy segura que será gracias a él. Por lo menos con el Reiki me ha dejado más que convencida.

Su sonrisa al volver a verme ha sido, definitivamente, lo mejor que me ha pasado en todo el día; no sé, ha sido una sonrisa de verdad, sincera. De veras se alegraba de verme, y sobre todo de verme mejor que cuando tuve que dejar la academia, por lo que la tuve que dejar...

No sé, me ha gustado tanto que ni siquiera le he regañado cuando, al decirle que venía de la autoescuela, ha hecho sus típicas coñas sobre “la conducción femenina y sus múltiples riesgos”.  Bueno, al fin y al cabo llevo desde los ocho años con él y me ha aportado cosas muy buenas, tanto como profesor como por persona. Se ha convertido en una persona muy importante para mí, eso desde luego.

Una última digresión y dejo de dar el coñazo: Estoy a punto de acabar “La conjura de los necios”, y es jodidamente bueno, de verdad. No sé cómo puede haber gente que haya tenido los cojones de decirme que era una mierda.  Bueno, al fin y al cabo era gente cuyas obras de referencia no iban más allá de Crepúsculo y sus variables. Cursis. Que sois unos putos cursis. Un jodido atajo de moñas.  Hay vida más allá de la Novela Juvenil Romántica, en serio. Leer cosas buenas y entonces hablamos. 


Ale, un beso.

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