viernes, 14 de octubre de 2011

She drives at 90 by the Barbies and Kens.


Eres un complemento más. Ken tiene mascota, tiene dinero, tiene coche, un chalet en la  playa y un armario lleno de ropa. Y tiene a Barbie. Sin ella no sería un personaje tan envidiable. Barbie es sólo un objeto más para llamar la atención, para parecer completo. Aunque en el fondo no la necesita. Además, Barbie nunca ha sido Barbie. Y nunca lo será…

Las luces de Madrid son epilépticas.
 Es lo primero que piensa cuando el autobús arranca. Puedes estar en su esquina más desierta, pero antes o después te atacarán las luces epilépticas. Las de un coche, un semáforo, o incluso la luz de un mechero. Pero siempre te atacan.
El alcohol también hace que todo parezca más brillante, pero también más difuminado. Todo es más fuerte, más intenso, pero también está más entrelazado, es más confuso, más desquiciante. Como los pensamientos de su cabeza. A ellos también les afecta el alcohol.
Vuelve a mirar el cigarro que tiene entre las manos y observa su reflejo en el cristal del autobús. Solo ve ojeras y piel blanca. Se mira los pies. Comienzan a parecer pequeñas ristras de chorizo blanco a medida que se hinchan por culpa de los tacones. Se acuerda  del juego de los dedos que le hacían de pequeña: Éste fue a por leña, este la encendió, este puso la olla…Los suyos son diferentes. Sus diez dedos no cocinan. Éste se fue de fiesta, éste se emborrachó, éste oyó cosas que no le gustaron, éste se sintió engañado, éste no sabía que contestar cuando le preguntaban si todo iba bien, éste habló más de la cuenta, éste no habló lo suficiente,  éste quiso llorar, éste quiso fumar más que nunca, éste quiso destrozarse el vestido y mandarlo todo a la mierda.
Frunce el ceño, saca el mechero y se enciende el cigarro. Exhala la primera calada y suelta el humo con un suspiro y los ojos entrecerrados. Luego le mira.

-Cómo  puedes decir que me quieres si ni siquiera hay sitio para mí entre las cosas más importantes de tu vida...

Barbie tiene la piel dorada, los ojos azules y unas piernas de escándalo. Y una sonrisa envidiable. Inquebrantable. Nunca podría desaparecer de su carita de plástico. Tú no tienes nada de eso. Ni lo tendrás nunca. Tenlo siempre en cuenta.
Olvídate de ser Barbie, pequeña. Ni siquiera puedes permitirte eso.

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