Eres un complemento más. Ken tiene mascota, tiene dinero, tiene coche,
un chalet en la playa y un armario lleno
de ropa. Y tiene a Barbie. Sin ella no sería un personaje tan envidiable. Barbie
es sólo un objeto más para llamar la atención, para parecer completo. Aunque en
el fondo no la necesita. Además, Barbie nunca ha sido Barbie. Y nunca lo será…
Las luces de Madrid son
epilépticas.
Es lo primero que piensa cuando el autobús
arranca. Puedes estar en su esquina más desierta, pero antes o después te
atacarán las luces epilépticas. Las de un coche, un semáforo, o incluso la luz
de un mechero. Pero siempre te atacan.
El alcohol también hace que todo
parezca más brillante, pero también más difuminado. Todo es más fuerte, más
intenso, pero también está más entrelazado, es más confuso, más desquiciante.
Como los pensamientos de su cabeza. A ellos también les afecta el alcohol.
Vuelve a mirar el cigarro que
tiene entre las manos y observa su reflejo en el cristal del autobús. Solo ve
ojeras y piel blanca. Se mira los pies. Comienzan a parecer pequeñas ristras de
chorizo blanco a medida que se hinchan por culpa de los tacones. Se acuerda del juego de los dedos que le hacían de
pequeña: Éste fue a por leña, este la encendió, este puso la olla…Los suyos son
diferentes. Sus diez dedos no cocinan. Éste se fue de fiesta, éste se
emborrachó, éste oyó cosas que no le gustaron, éste se sintió engañado, éste no
sabía que contestar cuando le preguntaban si todo iba bien, éste habló más de
la cuenta, éste no habló lo suficiente,
éste quiso llorar, éste quiso fumar más que nunca, éste quiso
destrozarse el vestido y mandarlo todo a la mierda.
Frunce el ceño, saca el mechero y
se enciende el cigarro. Exhala la primera calada y suelta el humo con un
suspiro y los ojos entrecerrados. Luego le mira.
-Cómo puedes decir que me quieres si ni siquiera hay sitio para mí entre las cosas más importantes de tu vida...
Barbie tiene la piel dorada, los ojos azules y unas piernas de
escándalo. Y una sonrisa envidiable. Inquebrantable. Nunca podría desaparecer
de su carita de plástico. Tú no tienes nada de eso. Ni lo tendrás nunca. Tenlo
siempre en cuenta.
Olvídate
de ser Barbie, pequeña. Ni siquiera puedes permitirte eso.
Vale, tenemos que quedar, es un imperativo.
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