Renovarse o morir

Supongo que algún día tenía que volver a escribir aquí. No sé si ha sido la influencia de esa comida con Andy, que me dejó bastantes ganas de volcarme de nuevo en un proyecto ECHero. Esto desde luego no lo es, pero por algo se empieza ¿no? Vomitando mis mierdas.

O puede que haya sido Laura instándome a que renovara esto de una jodida vez.

O puede que haya sido porque de repente: Pum. Ostia. Todo da un vuelco.

Y lo mejor de todo es que no es malo.

No me arrepiento de nada, o de casi nada de lo que he hecho en mi vida. Casi me arrepiento más de lo que no he hecho, de lo que no he gritado a voces, de las cosas por las que no he luchado, de las ostias que no he dado. De verdad.

Toda mi vida me he dedicado a vivir bajo unas reglas muy estrictas que yo misma me he impuesto. Me he jodido a mi misma  intentando controlarme siempre, intentando ser siempre políticamente correcta, buena. Intentando no joder a nadie. Y al final lo único para lo que me ha servido es para ser una jodida deprimida que vive destrozándose a sí misma.

Yo. Yo. Yo.Hoy estoy egocéntrica.

Tanta rigidez, tanto miedo al descontrol, tanto titubeo. ¿Y todo para qué?

Todo para que, al final, eso que aparentemente me protegía, se haya convertido en la fuente de todos mis problemas, en lo que me tiene siempre en tensión, desquiciada y a base de pastillas.

Pero prefiero el descontrol.

De repente mi vida se descontrola. En muchos sentidos. Y me gusta. Y me da igual todo.

Me da igual dar vergüenza, caer mal y ser problemática. Me da igual cambiar, renovarme, ser todo eso que pensé que nunca sería.
Y sin embargo, sigo intentando no hacer daño, en la medida que puedo, pero si he de ser sincera, cuando te descontrolas, es difícil.
El sinsentido te controla. Y es la ostia.
La gente debería probarlo más a menudo.